sábado, 1 de julho de 2017

Identidade perdida

A revista Monocle, que não se cansa de enaltecer as qualidades de Lisboa (claro que há contrapartidas!), na sua última edição mostrou-se rendida à arquitectura da nova sede da EDP concebida pelo arquitecto Aires Mateus. Mas também adverte para as manadas de turistas que invadiram a capital portuguesa e a podem descaracterizar.
O escritor espanhol Julio Llamazares, num artigo no jornal El País, bate com mais dureza na mesma tecla. "Vuelvo agotado de Lisboa de pelearme con los miles de turistas que llenan de día y de noche las calles de la ciudad blanca, de moda últimamente según parece como otras ciudades del centro y del sur de Europa. Hacía tiempo que no la visitaba y, aparte de las vistas y de los monumentos históricos y de las calles con sus tranvías característicos, muchos de ellos ya solo usados por los turistas, me costó reconocerla, tanto ha cambiado en los años últimos. La famosa gentrificación, esa epidemia económica y estética que el consumismo impone allí donde llega el turismo en masa, ha convertido a Lisboa en una nueva Barcelona de la misma manera en que Barcelona es el reflejo de Roma o Praga. Fuera de los monumentos y de los barrios modernos y algunos pocos rincones, todo se ha homologado en esas ciudades, desaparecido el comercio y la hostelería tradicional, sustituido por las franquicias y por las tiendas de moda, y entregadas sus poblaciones al esquileo sin escrúpulos de los turistas, convertidos en víctimas más que en viajeros de un nuevo bandolerismo legal y aceptado por todos o por casi todos. Poderoso caballero es Don Dinero como para andarse con consideraciones éticas..."
De facto, Lisboa está impossível. Irrespirável. Insuportável. Tenho saudades da estação de Santa Apolónia tal como a vemos na foto.

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